Según la Asociación Mundial de Medicina del Sueño (WASM, por sus siglas en inglés), “los problemas de sueño constituyen una epidemia global que amenaza la salud y la calidad de vida de más del 45% de la población mundial”.
“El dormir adecuadamente es uno de los tres pilares fundamentales para mantener una buena salud, junto con una dieta equilibrada y ejercicio regular”, explicó la organización en un comunicado.
La Encuesta Global del Sueño de Philips de 2019, que recibió más de 11,000 respuestas de 12 países, mostró que el 62% de los adultos en todo el mundo sienten que no duermen lo suficiente, con un promedio de 6.8 horas durante una noche de la semana, en comparación con las recomendadas ocho horas.
Las personas citaron varias razones para este déficit, incluyendo el estrés y su entorno para dormir, pero el 37% culpó a su ajetreado horario de trabajo o escolar.
Dormir poco tiene numerosas consecuencias negativas para la salud. En primer lugar, conduce a una mala dieta, ya que la falta de sueño está relacionada con la elección de alimentos poco saludables y el aumento de peso. Además, afecta gravemente la salud mental, aumentando el riesgo de trastornos psicológicos como la depresión y la ansiedad.
La falta de sueño también incrementa el riesgo de accidentes, tanto en la carretera como en el hogar. En términos de rendimiento físico, la falta de sueño disminuye la energía y afecta la recuperación de tejidos, lo que impacta en el rendimiento físico e intelectual.
Por último, la capacidad cognitiva limitada es otra consecuencia, ya que la falta de sueño afecta la memoria y la capacidad de aprendizaje. En resumen, dormir bien es esencial para la salud en general y debería ser una preocupación de salud pública.
Por otro lado, se han identificado una serie de malas prácticas en las que incurre la mayoría de los trabajadores y que influyen en nuestra calidad y cantidad de sueño.
El “Desvelo en Venganza,” un término que surgió alrededor de 2018 en blogs, es hoy en día una de las formas más populares de dañar la propia salud al privarse del sueño. Consiste en lo siguiente: al tener un trabajo que ocupa la mayor parte de las horas del día y que deja muy poco o nulo espacio al ocio y al tiempo libre, los trabajadores desarrollan actividades recreativas después de las 10 de la noche, pudiendo extenderse hasta la madrugada.
El trabajo es una de las principales actividades humanas, pero no siempre es la fundamental para la realización de la vida. Sin duda, es relevante para la economía y el funcionamiento del sistema, sin embargo, la inexistencia de límites claros entre la vida personal y el trabajo puede generar problemas de salud.
Es en este punto donde aparecen las aplicaciones y plataformas digitales para el trabajo, que suelen interrumpir los tiempos de la vida personal. Dado que los trabajadores a menudo no pueden establecer límites por sí mismos, las aplicaciones generan una costumbre o un sistema de recompensas, o bien se les condiciona amenazando su seguridad laboral por parte de su entorno o superiores jerárquicos en el empleo.
Heejung Chung, sociólogo laboral de la Universidad de Kent y defensor de una mayor flexibilidad en el lugar de trabajo, considera que la práctica de retrasar el sueño es culpa de los empleadores. Abordar el problema beneficiaría a los trabajadores y también ayudaría a garantizar un “lugar de trabajo saludable y eficiente”. “En realidad, es una medida de productividad,” explica. “Necesitas ese tiempo para relajarte. Los trabajadores necesitan hacer otras cosas además del trabajo. Es un comportamiento arriesgado hacer solo una cosa”.
Estrés y falta de sueño: no solo el cerebro, también el corazón está en riesgo.
Un estudio sobre la cantidad y calidad del sueño y sus efectos relacionados con el estrés y la salud cardíaca, utilizando ratas como sujetos de experimentación, encontró las siguientes relaciones.
Tanto la cantidad como la calidad del sueño se ven afectadas por las variadas condiciones de estrés experimentadas durante la vigilia. Las alteraciones del sueño como consecuencia del estrés se pueden ver desde una perspectiva bidireccional, ya que las alteraciones del sueño producen estrés y, a su vez, el estrés genera cambios en el ciclo sueño-vigilia.
La privación de sueño en los seres humanos genera estrés, lentitud de pensamiento, dificultad para concentrarse y percibir con precisión, fatiga e irritabilidad, nerviosismo y mal humor. Experimentalmente, en la rata, la privación de sueño produce cambios en la actividad cerebral en el EEG, con decremento en la correlación interhemisférica en todas las derivaciones y en todas las bandas, excepto en las regiones temporales.
Por otro lado, el efecto nocivo del estrés se produce cuando los eventos de la vida, ya sean de orden físico o psicológico, superan nuestra capacidad para afrontarlos. La asociación de privación de sueño paradójico (el tipo de sueño en el que existe elevada actividad cerebral -SP) y estrés, en la rata, interfiere con la función de los hemisferios cerebrales debido al estado de alerta del hipocampo cerebral, esto bajo el efecto del estrés y la privación de sueño.
En lo que respecta al corazón, el estrés constante puede afectar este órgano de varias maneras: aumenta la presión arterial, aumenta la inflamación en el cuerpo, eleva los niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre, y puede hacer que el corazón lata fuera de ritmo.
Consumo de medicamentos para la salud mental.
Según el Departamento de Economía de la Salud (Desal), dependiente del Ministerio de Salud, entre 2011 y 2021, los medicamentos más consumidos (en términos de dosis por día por cada mil habitantes) son los recetados para afecciones cardiovasculares, como antihipertensivos, diuréticos, vasodilatadores y agentes que reducen los lípidos séricos, seguidos de los antidepresivos, ansiolíticos y antipsicóticos.
Para el psiquiatra de la Red Salud UC Christus, Alberto
Aedo, esto refleja cómo ha aumentado significativamente la prevalencia de patologías psiquiátricas en la población chilena, lo que ha sido impulsado por dos grandes factores.