Cuando hablamos de inclusión, acostumbramos a hablar de la mujer en el trabajo o para incorporar a las personas de capacidades diferentes , pero este no es el caso: se trata de algo que va mucho más allá, como es abordar las diferencias entre los múltiples desarrollos neurológicos de las personas que trabajan en un determinado lugar.

Pero, no se trata de un enfoque sanitario, si no que social.

La neurodiversidad es un concepto que resalta las variaciones naturales en la configuración neurológica de los seres humanos, similar a la biodiversidad en el ámbito biológico.

Dentro de la neurodiversidad, se distinguen dos categorías principales:

Neurotípico: Refiriéndose al 80% de la población que presenta un desarrollo neurológico típico o estándar. Las personas neurotípicas procesan los estímulos externos y la información de manera similar, compartiendo características comunes en su interacción con el entorno.

Neurodivergente: Comprende al 20% de la población con un desarrollo neurológico atípico. Incluye a personas autistas, con Trastorno por Déficit Atencional (TDAH) Dislexia, entre otras condiciones. Estas personas tienen formas distintas de percibir el mundo e interactuar con su entorno.

El secreto mejor guardado

En el caso de las organizaciones donde se promueve el perfil neurotípico, quienes son neuro diversos harán lo posible por adaptarse, aunque esto implique frustración, mayor esfuerzo laboral y es más, tratarán de ocultarlo, para tratar de ser iguales al resto.

Esto implica que este 20% de personas que tienen este tipo de desarrollo neurológico, experimentarán mayor sufrimiento por causa de su entorno social y físico, serán excluidas de grupos y de interacción social, asimismo, percibirán menos salario y tendrán menos oportunidades para promociones y ascensos ¿suena mucho a discriminación?

Lo cierto es que como hemos señalado en otro reportajes y notas, los derechos humanos persisten en la empresa, y deben garantizarse, por tanto, los entornos de trabajo deberían adaptarse y generar oportunidades de inclusión.

Y es que el discurso “políticamente correcto” suena a que la inclusión es un deber ser, pero implica cambios culturales al interior de las empresas, que en muchos casos difícilmente tendrán lugar sin una gestión orientada hacia los cambios.

HABILIDADES ESPECIALES

Una persona con neurodiversidad, incluso aquellas que aparentemente le impiden el trabajo como ciertos niveles de autismo, dislexia, TDAH y otras; puede representar una oportunidad, siempre y cuando el entorno sea adecuado y exista conciencia.

Conocido es el caso de la Etóloga Temple Grandin, que incluso motivó la película Homónima, protagonizada por Claire Daines (actriz de la serie HOMELAND). Las expectativas de desarrollo neurológico de Temple, pronosticadas por los médicos de la época, indicaban que no sería capaz de hablar; Sin embargo, no solo fue capaz si no que logró convertirse en especialista en comportamiento animal, en parte gracias al entendimiento de su propia condición.

Lo mismo ocurre con las personas neuro diversas en las organizaciones, da la impresión de que tienen “superpoderes” como puede ser una gran capacidad de concentración en un tiempo limitado; uso de las matemáticas como lenguaje, habilidades de empatía sobre lo “normal”, entre otras; todas estas habilidades pueden tener un lugar en una empresa y ser usadas para lograr los objetivos requeridos.

Recomendaciones para entornos laborales

Para apoyar a empleados neurodivergentes, se sugiere flexibilizar las normas laborales, ofrecer diferentes entornos de trabajo y enfocarse en la calidad del resultado en lugar de los métodos de trabajo. Algunas medidas específicas incluyen:

– Adaptaciones sensoriales, como espacios tranquilos y auriculares con cancelación de ruido.

– Comunicación clara y directa, evitando el sarcasmo y proporcionando instrucciones precisas.

– Informar sobre la etiqueta laboral sin suposiciones.

– Ofrecer formación y ejercicios de desarrollo cultural.

– Avisar con anticipación sobre cambios de planes y proporcionar razones para estos cambios.

– Evitar los chismes y preguntar sobre las necesidades y preferencias individuales.

– Proporcionar horarios de trabajo flexibles y días de salud mental.

En general, se enfatiza la importancia de ser amable y paciente, y de incorporar políticas inclusivas desde el principio para crear un ambiente laboral acogedor para todos.